El uso de la tecnología en la agricultura está creciendo a pasos nunca antes vistos en la última década y Argentina debe sentirse orgullosa de ser un jugador importante, no solo en la región sino también a nivel global.

La llegada de la genética vegetal, los insumos químicos y, más recientemente, los sistemas de orientación han transformado la industria agroalimentaria en una industria cada vez más cercana a la tecnología. La capacidad de generar, capturar y almacenar información seguirá creciendo gracias al uso de tecnología móvil y software de gestión de datos.

Funcionamiento de la tecnología

Para contrarrestar las presiones de la creciente demanda de alimentos y los cambios climáticos, el sector agrícola busca ayuda de fuerzas tecnológicas como el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), big data, analytics y la nube.

Los dispositivos de IoT ayudan en la primera fase de este proceso: la recopilación de datos. Los sensores conectados en tractores y camiones, así como en los campos, el suelo y las plantas, ayudan ahacerlo en tiempo real directamente desde el suelo.

En segundo lugar, los analytics integran las grandes cantidades de datos recopilados con otra información disponible en la nube, como datos meteorológicos y modelos de precios para determinar patrones.

Por último, estos patrones y conocimientos ayudan a identificar problemas existentes, como ineficiencias operativas o problemas con la calidad del suelo; además, formulan algoritmos predictivos que pueden alertar incluso antes de que ocurra un problema.

Usos principales del big data

El alcance de las aplicaciones de big data es amplio en la agricultura y mayormente en países como Argentina donde es una actividad económica primordial. La capacidad de rastrear elementos físicos, recopilar datos en tiempo real y pronosticar escenarios puede ser un verdadero cambio de juego en las prácticas agrícolas.

El futuro ha llegado

Las prácticas agrícolas convencionales, es decir, aquellas que involucran una cantidad significativa de químicos sintéticos y uso de energía, han ayudado a aumentar la producción agrícola durante las últimas décadas para satisfacer las necesidades de las personas.

Sin embargo, factores como la población en constante aumento, el cambio climático y la inestabilidad económica han provocado presiones sobre el sector para producir rendimientos más altos que nunca.

Si bien las prácticas convencionales pueden maximizar el rendimiento potencial de los cultivos, lo hacen a un costo importante para el medio ambiente y comprometen la biodiversidad, la fertilidad del suelo y la salud general del ecosistema.

El uso de herramientas tecnológicas en los campos argentinos ya es una realidad y está cambiando la agricultura en todas las fases de la cadena de suministro.

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